sábado, 11 de mayo de 2013

Educados reeducados: los deseducados del futuro

Son días convulsos para la política de nuestro país. Tras un año y medio de medidas para arreglar la nefasta herencia económica recibida, el partido en el poder da por cumplidas sus obligaciones, y llega ese momento que gobierne quien gobierne, siempre vivimos. Pese a tener mayores problemas en este país, las leyes de educación, aborto, y sanidad siempre se modifican para ponerlas a gusto de la ideología del que manda, sea beneficioso para el conjunto o no. 

Uno de estos campos eternamente zarandeados es la Educación, y sinceramente, aunque las otras no son menos importantes, ésta es la que más pena me da que se maltrate, porque es la única capaz de cambiar la situación de este país de mentalidad cuartomundista. Un país que en 2013 sigue dividido en dos únicas formas de pensar válidas, porque un lado y el otro llevan décadas riéndose de nosotros bajo la supuesta "la Democracia es esto". Vamos, que si Platón levantase la cabeza dudaría de haberse explicado correctamente, viendo el resultado.

- ¿A dónde vas con esa cuchara tan grande?
- Voy a casa de Platón.

Bueno, pues estos días, los de arriba trabajan en la Ley Wert, criticada hasta por su propio hermano (ay José Ignacio, ojalá hicieses caso a la familia)... Al margen de si es mejor o peor que el anterior sistema educativo (cosa que no sé juzgar, pues no tengo los conocimientos necesarios para ello), yo quiero llamar la atención sobre los resultados que tiene esta falta de consenso: el no hacer de una vez por todas una ley buena y luchar por ella de continuo. Y por supuesto, me lo llevo a mi ámbito.

Los resultados de cómo se educa a los niños y adolescentes pueden observarse en la sociedad. Lo que vemos en la tele es en parte reflejo de lo que hay ahí fuera. Lo que encontramos en la calle es lo que marca la tendencia de que unos programas u otros se pongan de moda; y las audiencias, muestras de lo que ocupa la mente de las personas en sus ratos libres (y de algunos, jóvenes en paro, en cualquier rato).

Comparar los programas más vistos por legislatura sería un ejercicio escalofriante. Ojo, que aquí una servidora es la primera que se los traga, pero vamos, que no me importaría para nada que en este país lo normal fuera que te echasen clásicos de la historia del cine, o documentales de ciencia con un 35% de share. Podría acostumbrarme a eso en vez de a ver cifras del 20% para Gran Hermano. 

No me imagino yo a mis padres en su época de niñez haciéndoles a mis abuelos las jugarretas de los niños de Supernanny. Tampoco me los imagino de adolescentes robándoles de la cartera 2.000 pesetas para porros. En algún momento la cosa iba bien. Queríamos salir adelante de una etapa oscura y falta de libertad, y ser un país chachi. ¿Qué pasó entre medio? El sinvergüencismo puro. La picaresca tradicional española, que seguía presente sin que lo supiéramos. 

El próximo Presidente del Gobierno.

Muchos son los peligros que conllevan las idas y venidas a las que sometemos a los escolares. Estudiantes que nunca acaban el sistema educativo tal como lo empezaron, pues cada 4-8 años vuelven a tener que adaptarse a unas nuevas formas de hacer. Cosas nimias como cambiar el temario de la asignatura Educación para la Ciudadanía, o Educación Cívica, o como cada uno le quiera llamar (lo mismo da, sigue siendo un arma política tanto de unos como de otros), son muestra de que más allá de formar personas, desde el Gobierno lo que les preocupa es que estos estudiantes no piensen en más que lo que a ellos les interesa. Ejemplo: al partido actual no le interesa que los niños acepten con normalidad la existencia en este mundo de homosexuales: lo quitamos del temario. Y un largo etc. que se podría criticar de un bando y de otro. Esto no es lo que deberían estar cambiando. 

Lo que sí deberían estar cambiando es a los niños de 13 años cuya mayor diversión es beber. Y por favor, ahórrense el típico comentario de que en Callejeros sólo sacan lo peor, porque eso lo veo yo todos los fines de semana en la puerta de mi casa, en Madrid, en Valencia y en Calvos de Randín.
Menores en Riesgo: un capítulo de Callejeros para morirse. Niñatos que se ríen al relatar sus comas etílicos, que saben más tipos de cócteles que elementos en la tabla periódica. Desde aquí un gran aplauso a los que trabajan para mejorar este tipo de situaciones, personas que realmente se preocupan por arreglar este mundo roto, dejando al margen sus ideologías. Tampoco queda lejos del horror la reposición que siguió a la emisión de ayer, un reportaje sobre universitarios que se prostituyen para pagarse una carrera. ¿Para qué? Si cobran con el sexo 1.500 euros semanales, y al acabar la carrera van a cobrar la mitad. Al final verán que no compensan unos estudios.

Conclusión. Pongan la Ley que pongan, será para reeducar lo educado, dando como resultado deseducados. Si alguien vislumbra un futuro mejor con esta forma de proceder, por favor, que me la diga. 

¡Hasta la próxima!